Antes de empezar a leer, ya sabía que me iba a gustar esta novela así que elegirlo era un poco trampa. Hasta la fecha, todo lo que he leído de Iria G. Parente y Selene M. Pascual me ha gustado y mucho. A veces he odiado mucho y muy fuerte, pero también es un poco la gracia de esto, ¿no? Odiar, amar, verte en alguno de los personajes, frustrarte con ellos, gritarle a las páginas “Amiga, date cuenta”, reflexionar, imaginar… Es todo parte de la emoción de la lectura.
También tengo que hacer un pequeño disclaimer: quizás parezca que solo leo juvenil, que me estoy encasillando. Os puedo asegurar que leo más que juvenil, cosas serias de señora filóloga y ese tipo de cosas aburridas*. Pero siempre he sido un poco David contra Goliath (¿Véis? Soy culta y eso, hasta hago referencia a mitos bíblicos) y una luchadora incansable por las causas perdidas. Aún discuto por lo de que las letras no son fáciles, ni para tontos, ni inútiles, por lo de que los productos de animación no son solo para niños y, por supuesto, por lo de que la literatura juvenil es Literatura con su letra mayúscula y que no es un simple divertimento o escalón para que mis chavales de clase algún día lean el Quijote. La literatura juvenil es, sin más argumentos que su propia existencia.
*No son aburridas. A mí me gustan. En serio. Pero no me las leo del tirón en menos de dos días.
Así que sí, es posible que me esté encasillando, pero es una decisión consciente y una posición combativa ante el clasismo y elitismo que muchos quieren insuflarle a la literatura, cuando siempre ha sido predominantemente popular. El Mío Cid es un cantar porque cuando la literatura no se puede leer, se recita y se canta. El teatro es para verlo, no para leerlo. Las novelas que han llegado hasta nosotros lo han hecho por ser bestsellers, los que no conocía nadie y estaban en las estanterías de cuatro gatos desaparecieron fruto del tiempo, las llamas o la destrucción en general. Así que sí, he venido a hablar de literatura juvenil porque me gusta, porque es de muy buena calidad (o muy mala, igual que las novelas no juveniles, con ejemplos tan claros como el Valhalla portátil de Reverte y el cáliz de sangre menstrual que se bebe un personaje del último Premio Planeta) y porque me gusta luchar por las causas perdidas. Un poco Quijote sí soy, qué puedo decir.
Pero volviendo ya a lo que nos ocupa hoy, aún estoy digiriendo Desde Soulcial ¿con amor? de Iria G. Parente y Selene M. Pascual.
Una app diseñada para encontrar a tu alma gemela. Tres personas metidas en ella por distintos motivos. Y un algoritmo que las unirá… o las mantendrá alejadas. Cuando a Inma le encargan hacer un reportaje sobre Soulcial, sabe que va a ser una tortura. Y que en su primera cita en la aplicación le den plantón no es un comienzo muy prometedor.
Aunque gracias a eso conoce a Kat. Soulcial no las recomienda, pero eso no impide que se atraigan desde el primer momento, lo cual sería perfecto si no fuera porque Kat tiene una norma: nunca quedar dos veces con la misma chica, así nadie te rompe el corazón.
Esa norma no la comparte Oliver, que se inscribe buscando el amor verdadero. Y lo encuentra: Soulcial considera que Inma y él tienen un 99% de compatibilidad. Son, sin duda, almas gemelas.
Pero el amor rara vez es una ciencia exacta, ¿verdad?

Lo empecé ayer y hace una hora más o menos que lo he terminado. Vaya montaña de emociones. ¿Es el mejor libro que he leído? No. Pero es que tampoco es lo que busca. Busca que te encariñes de los personajes, que reflexiones sobre lo que es el amor, sobre lo que significa, sobre las formas que puede tener y también sobre las aplicaciones de ligar y los algoritmos, pero sobre todo sobre las decisiones y sobre la valentía de amar y de seguir intentándolo. Y eso lo consiguen con matrícula de honor.
Personajes complejos, llenos de matices y carismáticos de los que quieres saberlo todo y un texto plagado de referencias actuales son, para mí, la clave de su éxito. Tras cada página quieres seguir sabiendo lo que le sucede a esta pandilla:
Inma es una periodista precaria a la que ponen a trabajar en un artículo sobre Soulcial, la última app de moda para ligar. Y, evidentemente, no cree en el amor, porque podría ser un papel interpretado por Katherine Heigl en cualquier romcom de los 2000-2010.
Kat es una butch dura por fuera, tatuadora y con una carrera en sexo casual espectacular, pero cuya película favorita es La princesa y la costurera. Y, evidentemente, hubo una chica que le rompió el corazón. Así que usa Soulcial para sus rollos de una noche.
Oliver es un chico que quiere ser profesor de Historia, obsesionado con la película de Kiera Knightley de Orgullo y Prejuicio y cuya suerte en el amor es desastrosa. Prácticamente antes de la primera cita ya está tan ilusionado que en su cabeza ya está preparando la boda y buscando una casa con su valla y su jardín. Quizás, piensa, esa nueva aplicación que te muestra aquellos usuarios con los que tienes más compatibilidad es la respuesta.
Y luego están Diego, Lola, Alec y Natalia, que también tienen lo suyo.
Y de pronto, antes de las primeras veinte páginas les has adoptado a todos y solo quieres saber más. Y más. Y más. Y, de pronto, te has terminado el libro y tienes una sonrisa tonta en la cara.
Es una comedia romántica hecha novela y te da justo eso, pero también algo más. Algo más que ha hecho que no sea solo un divertimento, que se quedé solo como una lectura más.
Tiene uno de los capítulos que más me ha impactado en mucho tiempo y que referencia directamente Cinco horas con Mario de Miguel Delibes en su forma. Y es que uno de los personajes estuvo durante años en una relación de maltrato psicológico, desde que tenía 17 años. Y ahora ya ha salido de ella y ve con claridad lo que era y lo explica. Pero no lo hace narrando los sucesos, lo que hace es contárselos a otra persona y todo el capítulo es su discurso directo, su monólogo, con sus pausas, con analepsis y prolepsis continuas, sus parones para beber agua y para deshacer el nudo de su garganta y sus vivencias y sus reflexiones. Ese capítulo es un testimonio vivo de lo que es vivir una relación así y de cómo es superarla y volver a revisarla con los ojos de quien ahora ya ve con claridad por encima de las mentiras de la otra persona pero, sobre todo, de las mentiras que una misma se cuenta, de cómo la realidad termina tergiversada.
Iria y Selene lo han vuelto a hacer: han dado vida a una historia mil veces contada, pero la han hecho suya, la han hecho actual y ha conseguido que reflexionemos más allá de un algoritmo o de cualquier cosa o persona que nos diga lo que tenemos que hacer o sentir.