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Reseña: El sol y la mentira

Marte, 2634. Olympus es una gran corporación que se extiende por la galaxia y divide a la sociedad en trece Servicios basados en las funciones de los antiguos dioses olímpicos.

Armand Cordroy es diseñador en el Servicio de Afrodita. O eso parece. En realidad, es también un espía en las altas esferas de Marte y tiene un plan: llegar hasta la cúpula de Zeus, el Servicio que controla Olympus. Para conseguirlo aspira a engañar y manipular a alguien de dentro… ¿Y qué mejor opción que Enid Dusan, principal candidata a ser la próxima líder?

Pero lo que Armand no sabe es que Enid es tan retorcida como él y está acostumbrada a utilizar a los demás. Definitivamente, ella también tiene sus propios planes.

El sol y la mentira, de las autoras Iria G. Parente y Selene M. Pascual, es una novela autoconclusiva y, al mismo tiempo, pertenece a la saga Olympus, donde nos adentramos en un universo de ciencia ficción replanteado a través de la cultura clásica y en sus mitos. Y cada novela es un retelling de un mito griego (es decir, «recontarlo» utilizando las bases de este, pero adaptándolo a otro tiempo y género como es el caso).

He de decir que este es el primer libro que he leído de las autoras (aunque me alegraron las navidades gracias a Feliz Covidad, una antología benéfica en la que participaron), pero ya llevaba mucho tiempo siguiéndolas y con este libro me han ganado completamente.

Por cierto, El sol y la mentira es literatura juvenil y es de una calidad incuestionable.

Aunque voy a intentar no hacer spoilers, a partir de aquí haré referencia a elementos argumentales y de la trama para poder explicar algunos conceptos que creo que son muy interesantes.

En este caso, los mitos que articulan la obra son el de Ícaro y el de Eros y Psique y aunque parezca que no tienen relación o sentido, consiguen crear una estructura binaria y perfecta, que persigue casi obsesivamente el mito de Ícaro y deja que el de Eros y Psique se acomode en sus espacios y llegue de improviso. Son dos mitos, son dos protagonistas (Armand y Enid), dos narradores (ellos mismos), dos Servicios (Afrodita y Zeus), dos mundos (el público y el privado), dos conceptos los que componen el título y dos son Eros y Psique, pero Ícaro… No diré nada para no desvelar más, pero hay un juego constante con su figura que comienza desde las primeras líneas y que termina siendo un elemento imprescindible.

Enid y Armand

He dicho que los protagonistas eran dos, pero, en realidad, no es totalmente cierto. Durante las 580 páginas que conforman la novela, Armand y Enid no son los únicos protagonistas porque, como ya he mencionado previamente, Ícaro, Eros y Psique se convierten también en el centro de la trama. Esta es una de sus virtudes: la mitología griega es parte del día a día de Olympus y de sus ciudadanos, pero también del nuestro. Si Ícaro, Eros y Psique son las historias con las que se comparan Armand y Enid no es simple capricho de las autoras, es porque resuena en nuestro interior, porque es parte de nosotros de alguna manera. Por siglos que hayan pasado, siguen mostrándonos la realidad humana y, por ello, nos vemos reflejados como Narciso. Y, por esa misma razón, Armand y Enid están siempre recordando y revisando estos mitos, repitiéndolos de alguna forma.

Además, hay algo que me gustaría señalar por lo bien usado y por lo poco que se utiliza en las obras de literatura juvenil: el tipo de narrador.

Lo más usual (en cualquier novela) es que el narrador sea, o bien omnisciente y externo (una tercera persona que sabe más que cualquier personaje, probablemente más que nosotros como lectores y que nos va mostrando lo que ocurre), o bien un narrador interno (protagonista o testigo, como en el caso de El Gran Gatsby) en primera persona. También es habitual que el narrador interno sea múltiple, cambiando cada capítulo (como en el caso de esta obra, con Armand y Enid). No obstante, hay algo más. Los narradores pueden ser poco fiables. Y este es el caso.

Ni Armand ni Enid son fiables como narradores. Para empezar, su vida se basa en mentir y mentir bien, en mentir tan bien que incluso se mientan a sí mismos y se consigan engañar. Aunque los leamos y creamos ver en su interior, no todo lo que dicen es La Verdad, solo su percepción y su verdad, porque la realidad nos llega filtrada por sus ideas y sus ojos. Y esto es algo que, si bien no es innovador, sí consigue dar una profundidad a la narración que pocas veces se puede observar tan bien.

No es solo que los personajes mientan a los demás y a nosotros, los lectores, que estamos dentro de su psique, donde, técnicamente, no nos pueden ocultar nada. No es solo que las acciones y sucesos nos sean contados de segunda mano. Es que incluso la gran mayoría de diálogos se nos presenta de manera indirecta.

Cuando Armand habla, solo escuchamos su voz porque por norma general, las voces del resto de personajes no aparece directamente. No sabemos exactamente lo que dijeron, solo lo que Armand entendió, quiso entender o, en algunos momentos, ni siquiera eso. Solo su respuesta. Y lo mismo ocurre cuando es Enid la narradora.

Es por esta razón por la que me parece tan interesante la forma en la que usan a estos personajes y narradores nada fiables.


Pero hablemos algo más sobre los temas que trata:

El sol y la mentira

El sol

Enid, candidata a ser la próxima líder.

Armand, que hace brillar con sus diseños

Enid, brillante y dorada.

Armand, que orbita demasiado cerca del sol.

Enid, cuya ambición parece no tener límites.

Armand, cuya ambición parece no tener límites.

La mentira

Armand, que lleva mintiendo demasiado tiempo.

Enid, que sabe que vive entre mentiras.

Armand, que necesita mentir para sobrevivir.

Enid, que sabe que su trabajo consiste en mentir.

Armand, que aún no ha sentido en su piel el doble filo de las redes sociales.

Enid, que aún no ha sentido en su piel el doble filo de las redes sociales.


Definiría El sol y la mentira como el dios romano Jano: el dios de los inicios y los finales; de las encrucijadas y las puertas; el dios de las dos caras. Porque el sol y la mentira son reversos el uno del otro, son la cara amable y la oscura de la sociedad, de las relaciones, de las personas y, por supuesto, de las redes sociales. Y Armand y Enid, que son redondos y complejos, que viven su vida y la de sus mitos, son quienes se encuentran frente a frente con esta dicotomía.

En definitiva, nos encontramos ante una novela que consigue hacer con maestría algo poco común, pues cuenta al mismo tiempo la historia de los protagonistas, la de los mitos, entrelazados y unidos a través de ellos y la del universo en el que la historia se encuadra, al mismo tiempo que consigue algo diferente con la fórmula tan manida de la mitología griega, usada ya por romanos, medievalistas, renacentistas, neoclasicistas y un largo etcétera hasta llegar a nuestro presente.

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